Pilar Bustos Romoleroux: La arquitecta de la memoria pictórica
En el Pabellón Juvenil y en el municipio de Sandino, la ecuatoriana Pilar Bustos Romoleroux transformó los muros en relatos vivos, en testimonios pictóricos que han resistido el paso del tiempo. Su mural Sembrando el Futuro no es solo una obra de gran magnitud, sino una afirmación de identidad y lucha, un eco visual que resuena en quienes lo observan con detenimiento.
Corría el año 1967, y Bustos, fiel a su compromiso con el arte mural, trazaba figuras humanas que no solo ocupaban espacio, sino que reclamaban presencia. Su técnica, nutrida por la Escuela Nacional de Arte de Cubanacán, daba vida a cuerpos que parecían emerger del concreto, desafiando la inmovilidad de la piedra con su expresividad. En Sandino, Sembrando el Futuro se alzó como una declaración artística, un compromiso con la comunidad plasmado en cada color, en cada sombra calculada.
Los colores vibrantes del mural no eran solo un recurso estético, sino una voz enérgica que hablaba de resistencia, de sueños proyectados en el futuro. Bustos entendía el muralismo como un lenguaje, donde cada pincelada era una frase y cada composición, una historia abierta al diálogo con el espectador. En el Pabellón Juvenil, su obra se fundió con el espacio, convirtiéndose en un portal hacia la memoria colectiva.
A través de Sembrando el Futuro, Pilar Bustos no solo marcó una generación, sino que dejó un legado en las calles de Sandino, donde su mural sigue siendo testigo de una historia que merece ser contada, observada y protegida. Porque su arte no fue solo creación, sino permanencia.