Convergencias entre el Sistema de ciencia, tecnología e innovación y el Sistema de gestión de gobierno basado en ciencia e innovación
El 10 de junio apareció en las páginas de Cubadebate un artículo firmado por los compañeros Eduardo Martínez, ministro del CITMA y Armando Rodríguez, viceministro del mismo organismo, donde exponen algunas ideas sobre el perfeccionamiento del sistema de ciencia, tecnología e innovación (SCTI).
Entre otras cuestiones mencionaron:
- Orientar más los proyectos de ciencia e innovación a la solución de problemas concretos, lo que equivale a decir que se debe acentuar la orientación de los proyectos a la innovación.
- Definir prioridades a todos los niveles, es decir, no sólo en el plano nacional sino también en los planos sectorial y territorial.
- Lograr mayor integralidad en la concepción y ejecución de los proyectos. En buena medida el SCTI está organizado a través de proyectos. Lo que se debe acentuar ahora es la integralidad de esos proyectos que efectivamente nos ayuden a resolver problemas de la práctica social. Para ello hay que pensar desde el principio en los actores (empresas, cooperativas, gobiernos, territorios) a los que se dirigen esos resultados, lo que debe permitir cerrar el ciclo y puedan medirse los impactos generados. Para ello se necesita hacer análisis de factibilidad técnica y económica, entre otros aspectos.
Junto a todo esto, mencionaron diversos aspectos que también requieren máxima atención, como fortalecer el asesoramiento de los expertos, emplear incentivos, fomentar la inversión, potenciar el rigor en el debate científico, entre otras cuestiones, todas muy importantes.
Sin duda, el SCTI es una poderosa herramienta que bien gestionada puede ayudarnos mucho a rebasar las múltiples dificultades que enfrentamos y avanzar hacia una sociedad más prospera y sostenible y garantizar la soberanía de la nación.
Dicho en breve: el perfeccionamiento del SCTI nos debe permitir avanzar hacia el ideal de una sociedad socialista basada en el conocimiento.
Es bueno subrayar que el SCTI no se reduce a los centros de investigación o entidades de ciencia, tecnología e innovación (ECTI) y las universidades que suelen tener el mayor peso en la producción de conocimientos. Juega un papel muy importante la esfera de la producción de bienes y servicios: empresas, incluidas las MIPYMES, estatales y no estatales; cooperativas, entre otros. También la administración pública que tiene que constituir un ámbito donde se multiplique la innovación. Los organismos de la Administración Central del Estado son clave, tanto los globales como los sectoriales. Las sinergias entre los actores, propiciada por un sistema regulatorio (leyes, normas, sistemas de trabajo, procedimientos, etc.) apropiado, es lo que hace posible el despliegue de la innovación y el buen desempeño del SCTI.
En el plano nacional, en los diferentes sectores y en los territorios, tanto provincias como municipios, los gobiernos constituyen actores claves del SCTI. El éxito del SCTI no depende solamente del CITMA, sino también del desempeño efectivo del conjunto de actores involucrados y sus interacciones.
Desde hace poco más de tres años, en la política gubernamental de nuestro país se introdujo otra herramienta que junto al SCTI puede permitirnos avanzar en la dirección deseada: el Sistema de gestión de gobierno basado en Ciencia e innovación (SGGCI).
Por una parte, el SGGCI nació de la insatisfacción permanente por el insuficiente uso que damos al conocimiento. Es el clásico problema de los resultados científicos engavetados; de la limitada utilización del conocimiento experto en la toma de decisiones; el relativo desaprovechamiento del potencial humano que la Revolución ha formado, entre otros aspectos.
De forma más inmediata, el SGGCI nació de la experiencia de la pandemia de la COVID-19. Un problema de semejante magnitud y complejidad, enfrentado en medio de una guerra económica acentuada, exigió que recurriéramos a experiencias previas que nuestro país ha desplegado en diferentes momentos de su historia revolucionaria, con Fidel y Raúl a la cabeza. En ese peligroso contexto, la dirección del país asumió la tarea de coordinar ese enorme esfuerzo que demandaba movilizar y articular diversos OACE, OSDE, empresas, universidades, ECTI, gobiernos territoriales y muchos otros actores cuyo trabajo integrado, cohesionado, permitió una respuesta nacional a la pandemia de la cual podemos sentirnos orgullosos a pesar de lamentar la muerte de compatriotas.
De ahí salió una conclusión: ese mismo sistema de trabajo, al que denominamos SGGCI, conducido por las más altas autoridades del gobierno, el Estado y el Partido, a todos los niveles y en todos los ámbitos, debe constituirse en un estilo de conducción de los asuntos públicos que permita enfrentar de manera exitosa problemas que, por su relevancia y complejidad, así lo demanden.
El SGGCI debe permitir fortalecer la coherencia y la integralidad de nuestros esfuerzos, pasar por encima de barreras sectoriales y formalidades burocráticas y movilizar de forma óptima los recursos de conocimientos, tecnologías, materiales, financieros y humanos con que contamos.
La contribución del SGGCI consiste en adjudicar a las más altas autoridades del gobierno y el Estado un rol determinante en esos procesos. Un par de ejemplos, pueden ilustrar lo que el SGGCI impulsa. Comencemos por un OACE.
En los OACE suele existir una dirección que atiende los asuntos de la gestión de CTI. Pero la máxima dirección de ese organismo tiene que asumir como parte de sus responsabilidades fundamentales, la atención de problemas clave que demanden conocimiento, ciencia, tecnología e innovación. Para ello debe ocuparse de la captación, formación y utilización óptima del potencial humano; deberá fomentar los proyectos que atiendan esas prioridades, con visión integral y orientados a la innovación; fortalecerá los nexos con ECTI y universidades; se asegurará que los consejos técnicos asesores tengan la composición adecuada y funcionen regularmente, entre otros aspectos. En todo ello la dirección especializada en CTI dará un apoyo importante, pero la máxima dirección del organismo no puede delegar en ella su responsabilidad fundamental.
En los territorios, el Partido, junto a las más altas autoridades del gobierno y el Estado, tiene un papel fundamental que cumplir. En municipios, provincias, comunidades, existen numerosos problemas que demandan conocimiento, ciencia, tecnología e innovación. De ellos hay algunos que pueden considerarse de máxima prioridad. Deben estar bien reflejados en las estrategias de desarrollo municipal y provincial y ellas deben constituir el punto de partida del accionar territorial.
Con frecuencia la solución de esos problemas más relevantes demanda el esfuerzo de varios sectores (agricultura, recursos hidráulicos, construcción, transporte, comercio, etc.); las coordinaciones entre los niveles nacional, provincial y municipal; la movilización de universidades, centros universitarios municipales (CUM), ECTI, que pueden proveer conocimientos y tecnologías; la utilización óptima de los consejos técnicos asesores; la contribución de los politécnicos territoriales y las escuelas de oficio y muchas cosas más. Definir prioridades, situar recursos, articular actores, fortalecer las políticas públicas, sistemas de trabajo y otras regulaciones y rutinas, entre otras cuestiones, son tareas que las máximas autoridades territoriales deben priorizar. Esa es la perspectiva del SGGCI cuyo aprendizaje debe ocupar un lugar fundamental en la formación de nuestros cuadros.
Para concluir: el SGGCI y el SCTI comparten propósitos similares: movilizar al máximo conocimiento, ciencia, tecnología e innovación para solucionar los problemas que nuestro desarrollo demanda. Son complementarios y convergentes. Es tarea de los revolucionarios cubanos aprovecharlos al máximo.